¿Eso puede realmente suceder?

Amanecer conocía esa mirada. Su corazón se retorcía por dentro. Sedora había cruzado todos los límites para matarla. Ahora estaba tomando las vidas de sus hijos. Era tan espantoso que Amanecer no podía comprender su odio hacia su suegra.

La forma en que amaba a sus bebés no nacidos, era imposible que su mente entendiera la oscuridad de una mujer que quería matar a sus hijos. Saliendo de sus pensamientos, preguntó, —¿Cómo está ella? Se acercó a Elize cuyo rostro estaba pálido como el de un fantasma. Sus labios se habían vuelto azules y también las puntas de sus dedos.

Caleb giró su rostro para mirarla. —Creo que no vivirá más de unas pocas horas.

—Caleb… —Amanecer dejó escapar un llanto y un gemido salió de su cuerpo.

Caleb le acarició el cabello. Su pecho se apretó ante la vista de su compañera. El rey de los hechiceros se veía tan indefenso como un cordero. —Desearía… que ella pudiera vivir conmigo… —susurró.