La expresión de Huang Qian cambió cuando vio a un grupo de soldados rodeados por monstruos deformados. Corrió hacia ellos, gritando:
—¡Son los soldados!
Al escuchar su grito, los soldados rodeados se volvieron hacia él, sus ojos iluminándose con esperanza. Un soldado reconoció a Li Tianyu y gritó desesperadamente:
—¡Capitán Li! ¡Rápido, abre la puerta!
A pocos metros de la puerta, Jia Xiang sacó rápidamente el controlador y desactivó la electricidad. En el momento en que la corriente eléctrica se detuvo, los monstruos deformados avanzaron. Al ver esto, Huang Qian agarró una granada de su mochila y gritó:
—¡Corran!
Los soldados fuera de la cerca, al notar la granada en su mano, rápidamente saltaron a sus vehículos militares. Mientras los vehículos pasaban rápidamente la cerca, Huang Qian gritó:
—¡Hermana Xiang, Capitán Li, entren en el coche!