Yao Ran asintió y explicó: «Sí. Tenemos invernaderos y salas hidropónicas aquí. También hemos cultivado algo de tierra afuera para cultivar plantas mutantes comestibles. Aunque la variedad es limitada, debería ser suficiente para alimentar a todos».
—En cuanto a la carne, pueden organizar equipos de caza para animales mutantes. También tengo ganado, aves y peces extra que estoy dispuesto a compartir contigo.
Después de hablar, la sala cayó en un silencio atónito. Parecía casi increíble que aún existieran animales comunes.
Después de un momento de shock, Xu Qipeng recobró el sentido y preguntó:
—Xiao Ran, ¿qué quieres a cambio de estos suministros?
Yao Ran sabía que incluso entre aliados eran importantes los acuerdos claros. Sin las cosas claras, la amabilidad podría darse por sentada con el tiempo.
Después de pensarlo, ella respondió:
—No necesito nada por ahora. ¿Qué tal esto? A cambio de los suministros, Tío Xu, me debes una promesa.