—Mmm, iré contigo —Jiang Man levantó las cejas, su expresión serena.
Después de todo, JOJO era extranjera y desconocida en la ciudad norteña.
Además, como Song Xiao era su hermano jurado, solo era justo y razonable que ella acompañara a JOJO.
—No tengo su número, ¿lo tienes tú? ¿Podrías organizar una reunión? —JOJO abrió mucho los ojos, sus pupilas húmedas, las lágrimas aún brillando.
JOJO no era de las que se echaban atrás ante los problemas; siempre había sido ardiente y directa.
Esta era la primera vez que Jiang Man la veía tan desamparada, tan desconsolada.
—Está bien —aceptó sin dudarlo y sacó su teléfono para llamar a Song Xiao.
Song Xiao contestó casi al instante, muy contento:
—¿Manman? ¿Por qué me llamas, me extrañas?
—¿Estás libre ahora? Encontrémonos en una cafetería cerca de la Mansión Rong, reservaré una sala privada.
—Claro, dame una hora.
Jiang Man asintió y colgó, mirando a la mujer que se sentaba en el inodoro: