Song Xiao llevaba una expresión que decía: «No me importa quién seas».
JOJO estaba furiosa: «¡Ve a buscar quién soy! No deberías darme dinero, ¡yo debería darte dinero a ti! Solo considera la noche de ayer como si hubiera contratado a un gigoló».
—¡Hilarante! —Song Xiao no podía parar de reír ante lo absurdo.
Interesante.
En sus muchos años de pasar de flor en flor, era la primera vez que se encontraba con una mujer que no solo quería darle dinero, sino que también lo trataba como si fuera un gigoló.
—¿Pagarme? ¿Puedes permitirte una noche con este joven maestro? —preguntó Song Xiao con una sonrisa burlona.
JOJO, envuelta en su manta y bufando de ira, miró alrededor.
Al ver su bolso en el suelo, se movió como un dumpling arrastrándose, desplazándose cómicamente hacia él.
Sacó una tarjeta bancaria de su bolso.
En países extranjeros, aún no habían adoptado los pagos móviles; pagaban en efectivo o usaban tarjetas.