—¿Te pica pelear? ¿Bromeas así? —Jiang Man estaba serena mientras una pierna ya se dirigía hacia la mesa de comedor, con la intención de sentarse.
—Señorita... soy Pájaro Bermellón... El Maestro realmente quiere verte...
Una voz femenina provenía del otro extremo del teléfono.
Los nervios de Jiang Man se desmoronaron, sus cejas se fruncieron fuertemente.
—Está bien, voy para allá ahora.
Después de colgar el teléfono, le dijo a la anciana:
—Abuela, tengo un asunto urgente; no voy a cenar.
Después de hablar, se giró y se fue con pasos vigorosos, caminando rápidamente.
—¿Qué es tan urgente que ni siquiera vas a comer? —Wen Jingya murmuró suavemente.
Sólo Jiang Man, confiando en sus habilidades, podía ir y venir como quisiera en esta familia.
Y Abuela y Tía también, ¿realmente la estaban mimando tanto, dejándola descontrolarse?
—Parece que la Cuñada ha encontrado algo realmente urgente. Es raro verla con esa expresión.