Qin Feng tomó una respiración profunda para calmarse, su rostro era un retrato de seriedad y respeto.
—Presidente Fu, es hora de la reunión —dijo.
Qianran International.
En este momento, la sala de conferencias normalmente ruidosa estaba inquietantemente silenciosa.
La gente intercambiaba miradas, revelando una mezcla de shock y pánico.
Sin embargo, el hombre ligeramente sobrepeso sentado tercero a la derecha de Su Ran estaba rojo como un tomate en la cara, sus mejillas regordetas llenas de rabia, como si estuviera a punto de explotar en cualquier segundo.
Su Ran se recostaba perezosamente en su silla, golpeando su bolígrafo contra la superficie de la mesa, el sonido pesado y sordo martilleaba en el corazón de todos.
Su mirada era casual y desinhibida, dando una sensación de indiferencia, pero los presentes sentían un terror que les helaba la espina dorsal.
¡Era verdaderamente aterrador!