¿Nos conocemos, o somos muy familiares?

—Disculpe, señorita, ¿tiene cita previa?

Ella había llamado a Qin Feng cuando salió del coche, pero la llamada no había conectado.

—No.

El rostro de la recepcionista mostró una pizca de disculpa.

—Lo siento, señorita, pero sin una cita no puedo dejarla subir.

Al oír esto, las otras recepcionistas intercambiaron miradas, sus ojos llenos de desprecio y desdén.

—Las artimañas que inventan las mujeres hoy en día son interminables, hacen cualquier cosa para perseguir a alguien. Señorita, esto es un lugar de trabajo. Si está aquí para perseguir a nuestro presidente, bueno... ¡debería hacer cola!

Su Ran siguió la dirección a la que apuntaba la recepcionista, y sólo entonces se dio cuenta de que había una larga fila de sofás en la esquina del vestíbulo.

Y en los sofás, se sentaban una serie de mujeres de varios países, a juzgar por el color de su piel y sus rasgos.

Sus ojos estrellados se estrecharon ligeramente.