—¡Entonces me retiraré! —Qin Qin levantó su hermosa sonrisa y se alejó sin un ápice de renuencia, mientras una sonrisa de autosatisfacción se extendía por el rostro de Mo Qianhui detrás de ella—. ¿Cómo podría permitirle visitar a su hijo? Si sentía algo por su hijo, o si su hijo le tomaba cariño, eso sería un gran problema en el futuro.
—Crash... —Un golpe apresurado provenía del interior de la sala de enfermos, acompañado de las voces de Afong y Ah Kang intentando persuadir.
Al momento siguiente, la puerta de la sala se abrió de golpe, y la figura de Jiang Qingtian apareció en el umbral.
—Qingtian, ¿cómo te has levantado de la cama? ¡Vuelve a la cama rápido! —Mo Qianhui, sobresaltada, se apresuró a agarrar a Jiang Qingtian.
Jiang Qingtian apartó la mano de Mo Qianhui, su mirada fija en la alta y bella figura no muy lejos, gritó, —¡Qin Qin, no te vayas!
La figura de Qin Qin se detuvo, y al siguiente momento levantó el pie para marcharse de nuevo.