—¿Eh? ¿Pensé que no podías pasar sin mí? —Mo Yunchen se acercó a Qin Qin, cuyos pasos retrocedieron ligeramente, su espalda contra un alto cocotero, con su imponente presencia frente a ella.
—La acorraló contra el cocotero, sus estrechos ojos de fénix mirándola burlonamente. —Entonces, resulta que mi Qinqin sí puede dejarme después de todo, supongo que solo tengo que hacerte incapaz de dejarme, ¿verdad?
—¿Qué? —Sin entender del todo el significado de Mo Yunchen, Qin Qin lo miró hacia arriba sorprendida.
—Tú... ¿qué estás haciendo? —Qin Qin tartamudeó, viéndolo empezar a desabrocharse los botones.
—¿Qué estoy haciendo? Pensé que mi Qinqin entendería. Parece que estás bastante satisfecha conmigo.
—Su voz llevaba encanto, su guapo rostro inclinándose lentamente, al borde de besar a Qin Qin.