Joanna estaba entristecida al ver su pequeño apartamento bien cuidado hecho un desastre. Alex estaba empapado en agua, y también lo estaban su sofá y su cocina. —¿Qué fue exactamente lo que pasó?
—Bueno, entré yo mismo y tenía mucha hambre. Tardaste demasiado, así que quería hacerme algo, pero aquí todo es tan pequeño, y de ahí el desorden —se quejó.
Joanna ni siquiera pudo preguntar cómo había entrado sin una llave pero estaba preocupada por él. —Está bien. Por favor ve a ducharte. Yo limpiaré.
—¿Y la comida? —preguntó Alex, intentando complicarle las cosas para que no rechazara su oferta.
—Te prepararé algo para cuando salgas —le aseguró Joanna con calma.
Limpiar su pequeño apartamento no era nada, y estaba segura de conseguirle algo de comer para cuando él saliera, pero las exigencias de Alex apenas comenzaban.