—Logan vio lo que sucedió desde su asiento frente a Alex, se levantó de un salto y se apresuró al lado de Joanna.
Sin embargo, el hombre en la silla de ruedas extendió los brazos, permitiendo que ella cayera justo sobre su regazo, su mano derecha rodeándola protectoramente, mientras su mano izquierda se cerraba en un puño, enviando un puñetazo doloroso a la cara de Logan, haciendo que sangrara por la nariz.
Venía acompañado de una fuerte advertencia:
—Nunca vuelvas a intentar tocar a mi esposa. Soy capaz de protegerla, así como a mí mismo —dijo Alex con frialdad. Todos excepto el abuelo estaban asombrados por lo que acababa de suceder.
—Logan sabía de las capacidades de Alex pero pensaba que estaban limitadas por su condición —se limpió la nariz sangrante—, y la vista de la sangre lo sorprendía.
Su hermano mayor era tan duro como siempre, pero lo que hacía la situación incómoda era la vergüenza de ser golpeado por un hombre en silla de ruedas.