Sin decir una palabra, Alex le agarró la mano y le quitó el teléfono de encima de la mesa.
Curiosamente, Joanna no mostró ninguna resistencia.
—¿Quieres morir? —le preguntó con tono amenazador. Joanna sonrió y respondió,
—Eso depende de quién esté dispuesto a hacerlo. El miedo ardía en su corazón porque sabía exactamente con quién estaba jugando, pero por alguna razón, sentía que este era el mejor modo y el momento adecuado para manejar la situación.
Alex estaba a punto de decir algo más cuando oyó una voz hablando por el teléfono. —Joan, ¿estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Quién demonios quiere meterse contigo? La voz protectora femenina era fácilmente reconocible como la de Violet, y Alex se relajó lentamente, devolviéndole el teléfono a Joanna con una advertencia.
—No vuelvas a hacer eso.