Antes de que pasaran unos días, era hora de volver a la escuela.
Desde que había renunciado a pelear con el Clan Nalan, Sima You Yue regresó a la academia y simplemente fijó una fecha para que los hombres vinieran a recoger las píldoras.
Una vez que regresó al dormitorio, Sima You Yue vio a cuatro personas paradas dentro de la casa.
—Cof cof, ¿qué están haciendo todos aquí? —Al ver que Bei Gong Tang y los demás tenían caras largas y pensar en lo mucho que parecía que estaba en juicio, se rió mientras preguntaba.
—Dinos, ¿tenemos que extorquir una confesión de ti o vas a dar cuenta de ello honestamente? —dijo Wei Zi Qi.
—¿Dar cuenta de qué? —Sima You Yue parpadeó sus ojos inocentemente.
—¿Cuándo te convertiste en Alquimista? Durante todo el tiempo que vivimos contigo, nunca lo notamos. Si no lo hubieras revelado durante el banquete, es seguro que nunca hubiéramos descubierto que había un Alquimista de segundo rango entre nosotros —dijo Bei Gong Tang.