Un vistazo a su matrimonio

Esa noche, tuve un sueño. Un sueño del que no quería despertar. Un sueño que deseaba que fuera realidad, ya que el hombre que me sonreía era mi padre.

Lentamente extendí la mano hacia él y sostuve su mandíbula. Se sentía real y vivo.

—Padre —lo llamé suavemente.

Lo extrañaba. Aunque esto fuera solo un sueño, me alegraba ver su sonrisa una vez más.

—¿Estás feliz con madre ahora? —pregunté, pero él solo sonreía.

Seguro que lo estaba. Me siento aliviada.

Mientras lo miraba, sus labios se separaron y murmuraron algo que no pude escuchar.

—¿Qué, Padre? —pregunté, pero él solo sonrió y lentamente se desvaneció.

—No... —lo llamé, tratando de aferrarme a él, pero fue en vano.

Lentamente, abrí los ojos mientras jadeaba. Sin embargo, calculé que todavía estaba en un sueño, ya que lo que mis ojos vieron fue una hermosa visión.

Largas pestañas, nariz puntiaguda estrecha, labios delicados. Con el cabello argénteo cayendo libremente sobre su frente, cubriendo sus cejas.