—Sí, amor. Quiero tu flor —*tos*.
Normalmente, no entendería lo que quería decir. Sin embargo, después de desflorarme, no podría fingir inocencia sobre el significado de sus palabras.
Aun así, esta historia no avanzaría si siguiéramos haciendo eso todo el día.
Después de aclarar mi garganta, mostré una sonrisa incómoda. Sin poder hablar de algo para desviar el tema, levanté mi pincel y pasé su punta por la cima de su nariz.
—Sam entrecerró los ojos —¿Estás tratando de cambiar de tema?
—¡Quiero hacerte una flor! —exclamé de pronto.
—¿Quieres pintarme?
—¡No! —definitivamente no era mi intención—. ¡Puedo ver mi reflejo en tus ojos y tenía todo este carbón en mi cara. No es justo!
¿Dónde adquirí este talento para encontrar excusas? De todos modos, sonaba extrañamente creíble.
—Pero dijiste que no te importaba.
—¡Ahora sí! —contesté apresuradamente.
De nuevo, Sam entrecerró los ojos con recelo. Al momento siguiente, asintió mientras desviaba su atención hacia el carbón.