Sirvieron la comida. Sam insistió en comer dentro del estudio.
Mientras yo comía mi comida, Sam no tocó la suya. En cambio, me miraba mientras Fabian colocaba un pergamino sobre la mesa.
Desvié la mirada de Sam a Fabian. Este último se mantuvo a un lado, como siempre. No sabía que Sam tuviera algo de arte en él.
Bueno, ahora que lo pienso, no debería sorprenderme ya que tenía colecciones de pinturas y libros. Estas novelas y pinturas eran todas obras maestras del arte.
—Uhm... —Me aclaré la garganta después de tragar la comida—. ¿No vas a dibujar, mi señor?
—Porque ha pasado un tiempo desde que usé estas manos para crear algo y no para destruir algo —explicó Sam—. Dudo tener suficientes habilidades para hacer justicia a tu belleza.
—¿Eh?
—No te preocupes por mí —Sam tomó su lienzo y lo arrastró más cerca de él—. Empujó su silla hacia atrás con los pies, creando distancia de la mesa.
—Oh... ¿de acuerdo? —Asentí comprendiendo.