Inocencia almacenada

Entrené casi todo el día. No vi a Sam después de lo que pasó en la mañana. Pero no me obsesioné demasiado con eso ya que practiqué con Rufus.

¿Los resultados? Nunca tuve oportunidad.

Me dejé caer junto al árbol cercano mientras observaba a Rufus guardar las espadas de madera. Es demasiado fuerte.

Un suspiro escapó de mi boca. Sacudiendo mi cabeza en decepción.

Si el quinto príncipe vino aquí para escoltarnos, eso solo significaba que realmente tendríamos que partir. Él había planeado retrasar nuestra boda por un año.

Afortunadamente, Sam fue muy comprensivo y solidario. En realidad pensé que estaría muy descontento por ello. Solo tomó un beso para calmarlo.

El pensarlo inconscientemente me hizo reír. Es tan adorable... pero a veces es muy aterrador. Pero eso no importaba.

—Quinto príncipe, ¿eh? —murmuré mientras la imagen de Klaus cruzaba mi mente.

Lentamente, levanté mi mano. Mirando las palmas de mis manos que sostuvieron a Lakresha esta mañana.