Tuve un buen sueño esa noche. Durante los últimos tres meses, podría decir que no he tenido un sueño tan pacífico y satisfactorio. Siempre me despertaba de terribles sueños.
Pero esta noche, no hay nada. Incluso mi fatiga desapareció mágicamente. Irónico. Nuestra última actividad anoche fue más intensa que nunca. Era como si hiciéramos el amor como si no hubiera un mañana.
Sin embargo, no me cansó.
Lentamente, abrí los ojos. El canto de los pájaros resonaba en coro con el silbido del viento matutino. Un rayo de luz se asomaba por la ventana, golpeando la mitad de mi cara.
—Hmm —gemí y estiré mi cuerpo, rodando hacia su lado.
Sin embargo, al voltearme, fruncí el ceño. Sam no estaba aquí. Me apoyé en mi codo, mirando a mi alrededor para ver si él estaba.
—¿Sam? —lo llamé suavemente, pero sin respuesta.
Con el ceño fruncido, me senté erguida. La colcha que cubría mi cuerpo desnudo fluyó hacia mi regazo. —¿A dónde fue tan temprano?