Chocolate en abundancia

—¡Chocolate caliente! —Mis ojos se maravillaron. Brillaba literalmente mientras contuve la respiración al verlo servido frente a mí.

—Escuché que te gustan los chocolates calientes —la voz de Esteban me sobresaltó y volví en sí al girarme hacia él—. Espero que sea de tu agrado.

—¿Qué era esa sonrisa que tenía? —Me hizo preguntarme si lo había envenenado—. ¡O tal vez está tratando de endulzar tu sangre alimentándote con cosas dulces! —comentó mi mente subconsciente, y me quedé helada.

—Gracias, Su Majestad —expresé horrorizada, mirando a Sam, quien a su vez devolvía la mirada a Esteban intensamente. Su expresión me decía que había matado a Esteban cien veces en su cabeza.

—¿Estaba molesto porque soy la única que recibió chocolate? —Esposo," susurré, acercándome a él. Parpadeó antes de desviar su mirada hacia mí—. ¿Quieres choco caliente? Puedo compartir.

—Sam frunció el ceño y ladeó la cabeza—. La única cosa dulce que me gusta eres tú. Pero, está bien.