Mientras esperaba a Sam, decidí dar un paseo por el jardín del tercer príncipe. Mis ojos examinaron el jardín que no estaba bien cuidado. Era muy diferente al Jardín de Avolire o a los otros jardines del palacio. Este lugar se parecía más a un cementerio. Solo nos hacían falta más cadáveres para enterrar… espera.
Ahora que lo pensaba, a Fabian le gustaban los jardines, y cada jardín en el que había trabajado era hermoso, no había duda de ello. Pero, ¿por qué no había puesto atención en este jardín? Reflexioné sobre ello mientras me frotaba la barbilla hasta que una idea surgió en mi cabeza.
«No me digas… ¿no tocó este jardín para mantenerlo puro?» Por puro, lo que quise decir fue que Fabian tenía esta costumbre de enterrar gente viva. Me estremecí al llegar a la oscura conclusión que se me había ocurrido.