—En el primer día de la semana fundacional, ocuparé el asiento de Colmillo Sangriento que había estado vacío durante muchos años —dije mientras me levantaba—. Hasta entonces, no quiero que se mencione este compromiso ni este contrato de sangre.
Me alejé habiendo dicho lo mío, pero me detuve después de dar algunos pasos al oír sus comentarios.
—Mi Duquesa, ya olvidé cuánto tiempo ha pasado desde que alguien se atrevió a ordenarme algo. Sin embargo, el palacio parece haber criado a personas con esa costumbre.
Mis labios se curvaron en una sonrisa antes de girar mi cabeza. —¿Te ofendiste? ¿Por qué no has regañado al rey sobre esta descortesía de su gente?
Zero soltó una risita, colocando su palma en el apoyabrazos, y se levantó. Caminó hacia mí, mientras yo luchaba por reprimir el impulso de retroceder, manteniendo mi fachada valiente.