Después del funeral de Sam, no tuve la oportunidad de descansar ya que la celebración de la fundación llegó justo después. A pesar del caos que ocurrió, todos la celebraron honrando a aquellos que perdieron la vida la otra noche. Aquellos que perdieron un hermano, una hermana, un hijo, un cónyuge, un padre, un amigo... lloraban. Me sentía mal por este país. Todos estábamos siendo engañados, ya que el culpable de aquella noche seguía de pie con autoridad, hablando a su gente, dando sus más sinceras condolencias. Esteban se estaba retratando como el salvador de todos, dándoles promesas vacías de protegerlos. Me enfermaba. Quería vomitar, viéndolo desde esta distancia mientras hacía un discurso conmovedor que conmovía a estas pobres personas.
—Escuché que te vas hoy. —La voz de Zero llegó a mi lado.
Le lancé una breve mirada.
—Mi propósito en este lugar terminó. No veo ninguna razón para quedarme aquí sin hacer nada.