Heliot no es el Infierno

Sonreí hasta entrecerrar los ojos, disfrutando cada segundo en que podía ver la ira en sus ojos. También fue una sorpresa para mí al descubrir este conocimiento. Tristan, el principal guardia de sombra de Zero, era su hijo. No es de extrañar que alguien como Zero, que no confiaba en nadie ni para hacerle té, confiara en Tristan.

—Fue un error suponer que eres despiadado, Su Majestad. Mi respuesta hizo que él apretara más mi hombro, pero lo ignoré. —Porque si lo fueras, no conservarías al bastardo que tuviste con un vampiro convertido.

Sus pupilas se dilataron al escuchar mis comentarios. —¿Sorprendido de que también sepa sobre eso? —una sonrisa reapareció en mis labios. —Me equivoqué al pensar que no eres apasionado, Zero, porque definitivamente lo eres.

—Déjalo ir. —Silbó, y pude notar que no dudaría en matarme si lo empujaba demasiado lejos.