—Esto es exagerado… —Silvia levantó las cejas incómodamente, mirando al grupo de doncellas alineadas frente a la mansión con nosotros.
—Es un hombre lujoso, Sivi. —Me reí viendo su reacción—. Te dije que no tienes que darle la bienvenida conmigo. Podrías usar este día para descansar.
—Su Gracia, sabe la razón por la que me había tomado un día libre. Para que prepares a todos durante toda una semana para tener tan grandiosa bienvenida al príncipe de Karo, necesito verlo yo misma.
—No hay nada que ver, Sivi. —Negué con la cabeza, fijando mis ojos en el carruaje que se dirigía hacia nosotros—. Solo quiero impresionar a su alteza. El Príncipe Heliot me regaló todas las gemas raras para construir mi riqueza, después de todo. ¿Cómo puedo mostrarle tal descortesía cuando, gracias a él, Grimsbanne se recuperó y ahora está mejor?
Silvia me echó una mirada de soslayo, no pudo ocultar la duda en sus ojos.
—Estás mejorando cada vez más en inventar excusas lógicas, Su Gracia.