—Esta persona es el Infierno, tu esposo, y yo lo maté —repitió, asegurándose de que yo entendiera sus palabras—. No importa cómo niegues la verdad, él nunca volverá a ti.
Dolor.
Levanté mi mano temblorosa, agarrando su cuello. —¿Qué hiciste…? —mi voz se quebró mientras sus palabras eran como estacas que me atravesaban el pecho.
—Lo maté, cariño —Esteban me tomó la mandíbula, secando las lágrimas en mi mejilla con su pulgar, sus ojos fijos en mí—. ¿Puedes entender mi dolor ahora?
Todo tipo de emociones surgieron en mi corazón, pero ninguna de ellas pudo abrumar mi dolor. Había una fuerte urgencia de matar a cada uno de ellos, pero no podía mover un músculo.
Mi cuerpo, mi cerebro, se habían quedado en shock con la muerte de mi corazón.
Y todo… simplemente quedó en blanco.
*****
Esteban miró a Lilou y cómo la vida en sus ojos se apagaba. Retiró su mano y se levantó. Ella estaba demasiado conmocionada, así que no había necesidad de hablar con ella.