El relato de cómo el gran yo me convertí en un buen chico

[ADVERTENCIA: CONTENIDO MADURO ADELANTE. PROCEDE CON PRECAUCIÓN.]

Un día antes de mi regreso prometido a la Capital, casi habíamos completado nuestros preparativos. Abrí los ojos para otro día ocupado en Grimsbanne y mi mirada aterrizó instantáneamente en Sam acostado a mi lado.

Una sonrisa sutil apareció en mis labios, extendiendo mi mano para cepillar su cabello suavemente. Hasta ahora, no podía creer que mi esposo estuviera vivo. Aún se sentía como un sueño.

—Buenos días —lo saludé en un tono bajo mientras él lentamente abría sus ojos—. ¿Regresaste?

—Mhm. Te extrañé. —Su voz estaba ronca, acercándose mientras me tiraba hacia su cálido abrazo. Sam plantó un suave beso en mi cabeza, acariciando mi espalda—. Duerme más —dijo—. Has estado trabajando duro. Nadie te condenará si te levantas un poco tarde.

—Mildred estará aquí pronto.

—Solo la mataré.

—Sam.

—Es broma. —Soltó una risita baja—. No vendrá aquí. Le dije a Yul que mantuviera a todos alejados de tus habitaciones.