Mientras Samael se alejaba, dejando a Noé hacer todo el trabajo, su mente se desvió hacia un recuerdo del pasado. Un recuerdo de hace mucho tiempo que no tenía importancia, pero que aún así estaba grabado profundamente en su mente.
Samael gruñó, haciendo una mueca al menor movimiento en cuanto se despertó. Miró a su alrededor para ver que aún estaba en la mazmorra, donde fue torturado hasta quedar inconsciente.
«Seguro que se pone creativo cada vez», murmuró entre dientes apretados mientras se arrastraba hasta la pared para apoyarse. Samael tenía dificultades con sus piernas que no le obedecían, pero lo logró.
«Ah, Dios…» salió un suspiro aliviado mientras se apoyaba contra la áspera pared de concreto.
«Eso tomará unos días para sanar.»
De repente, una voz familiar llegó a su oído, haciéndolo mirar hacia la entrada. Un ceño fruncido apareció instantáneamente en el rostro de Samael cuando fijó la vista en Alfonso.