Mientras tanto, cuando Lilou y las criadas salieron de la habitación, Adán giró la cabeza hacia Ley. Este último seguía mirando la puerta como si quisiera seguir a su madre, pero suprimiendo este deseo por alguna razón.
—Ley —llamó Adán y esperó hasta que Ley giró la cabeza hacia él antes de hablar—. Tu madre es muy hermosa.
—Lo sé.
—Pero, ¿no dijiste que ella está durmiendo desde hace mucho tiempo?
—Madre finalmente despertó anoche —explicó Ley, manteniéndolo breve y simple—. Es la primera vez que la veo.
Él miró hacia abajo mientras sostenía su mano en su regazo. Era la primera vez que conocía a la consciente Lilou. Ley había imaginado cómo sería si Lilou se despertara, pero ahora que lo hizo, se sentía surrealista.
—Ella dijo que es mi madre... —sus ojos se suavizaron mientras una inocente sonrisa que nadie había visto resurgía en su rostro. Incluso Samael pocas veces había visto a Ley sonreír genuinamente, y todas esas veces era cuando estaba acompañando a Lilou.