Se siente extraño

—Chico, no es tu culpa. Mi hijo elegirá su propio camino por su propia voluntad. —Sam plantó su palma en la cabeza de Adán y le ofreció una amable sonrisa—. Y los protegeré a ambos. Jaime ya no te dañará, no lo permitiré.

Adán miró a Sam en blanco. No pude evitar sonreír al ver la expresión del joven señor.

—No puedo adoptarte, pero siempre estaré detrás de ti, mi señor. Sé que te convertirás en un gran conde. —Sam afirmó eso que tocó mi corazón y el de Adán. El rincón de los ojos del joven conde se llenaron de lágrimas mientras mordía su labio inferior.

—Señor Roux...

«Por Dios, Sam... realmente has cambiado y no puedo evitar estar aún más fascinada por ti.» Sacudí mi cabeza ligeramente, orgullosa de lo que mi esposo se había convertido.

Sam solía dirigirse a Claude como migaja o muchos nombres y hasta bromeaba con la joven realeza como a un niño. Verlo asegurar a un niño de una manera tan gentil lo hacía parecer más como una figura paterna.