Adriana levantó la cabeza para mirarlo. Su mano se movía débilmente sobre su pecho como si estuviera tratando de encontrar algo. Cuando su mano encontró la de ella, la sostuvo débilmente y se volvió inmóvil nuevamente. Adriana apretó su agarre alrededor de él y habló suavemente —Estoy justo aquí a tu lado...
Mientras pasaba cada minuto del día esperando a que él despertara, se dio cuenta de cuánto de su vida faltaba sin él. Nunca había sentido este tipo de emociones antes y ahora, Dmitri estaba llenando ese vacío. Su toque, su cercanía, estaba lleno de pasión que proporcionaba un suave colchón para las cicatrices emocionales que tenía en el pasado. Quizás por eso decían que el amor era un regalo del universo, era magia. Se encontró a sí misma adicta, en solo unos días, al hombre que había nacido para encontrar. Pensaba en lo rápido que todo esto había progresado. Si no hubiera sido forzada a quedarse en casa por su padre, nunca habría accedido a casarse con Dmitri.