Una vez que quedó desnuda y tendida bajo él, él se deslizó sobre ella para contemplar su cuerpo desnudo desde arriba. Ella lo miró con expectación. —¿Debería hacerte venir así? —preguntó sin quitarse la ropa.
Adriana jadeó. Él lucía tan atractivo que ella podía sentir la sangre fluir entre sus muslos. Apenas podía responder. Sus labios llenos estaban levemente abiertos en señal de curiosidad. Ella arqueó la espalda, cada vez más impaciente. Dmitri observó cómo sus pezones se endurecieron en cuanto sus ojos los rozaron.
Adriana sintió una mano suave, exploradora y deseosa tocando su cara. Él sintió su cara suave y húmeda y la acarició delicadamente. Su toque era reconfortante y segurizador. Dibujó el contorno de sus labios y metió su dedo dentro para que ella lo chupara. Ella lo chupó y, en su emoción, le mordió, haciendo que su miembro se hinchara en sus pantalones. —Adri... —gimió él y la besó en la mejilla.