Quejas

Ella estaba tan feliz que su felicidad era contagiosa. Cuando lo vio sonreír, su felicidad se esparció por todo su cuerpo y pudo sentir cómo sus dedos y sus pies hormigueaban. La sensación era la misma que cuando estaba ansiosa por él estando inconsciente, pero esta vez, en lugar de un sentimiento preocupante, era una sensación cálida. Podía sentirlo pasar a través de ella como una cálida ola del océano, lavando la ansiedad que se había acumulado durante los últimos dos días. Se sentía refrescada por dentro y vigorizada por fuera. A medida que sus olas de felicidad se calmaron, se sintió dichosa con su presencia a su alrededor. Le encantaba estar con él. Mientras lo abrazaba suavemente una vez más, cerró los ojos y saboreó el placer que burbujeaba en su corazón.

—Te amo —soltó tan pronto como lo abrazó de nuevo—. Sin ti, hacía demasiado frío y soledad. Había extrañado la forma en que sus musculosos brazos la envolvían tanto como había extrañado su calidez.