Segunda Etapa de la Competencia (1)

Adriana estaba impactada más allá de las palabras. A través de las luces que iluminaban todo a su alrededor, pudo ver a una mujer cuya belleza era sobrenatural. De repente, se sintió profundamente amada y protegida. Se arrodilló mientras sentía una profunda empatía y bondad en su corazón. Quería abrazar toda la belleza que se extendía a su alrededor, y no la belleza que era física, provenía desde lo más profundo. Ese ser superior frente a ella provocó sentimientos que eran como un suave arroyo sobre cantos rodados. Adriana quería abrazarla y estar en paz.

—No, niña, no puedes venir a mí tan pronto —dijo la Diosa de la Luna mientras leía su mente.

Los ojos de Adriana se humedecieron. —¿Sabes dónde está mi madre?

—Yo soy tu madre —respondió ella.