El grupo de Nefasky lo observaba todo con asombro, mientras sus ojos se abrían de par en par por el horror, el shock y la sorpresa.
Adriana había vuelto a saltar sobre el zorro, que huía a pesar de tener hundidos sus dientes en su piel. Lo atrapó en un salto y lo inmovilizó debajo de ella, matándolo en cuestión de segundos. El último intentó huir por el miedo, pero Adriana también saltó sobre él y lo derribó. Lo mató abriéndole el estómago con sus afiladas mandíbulas, sacudiendo brutalmente el cadáver muerto después de matarlo.