Belleza del Baile (3)

—¿Nadie puede robar mi maniquí? —Adriana estaba aún más perpleja—. Esos maniquíes eran tan ligeros como plumas. ¿Cómo puede ser? Es absurdo, cualquiera puede levantarlos con una mano y huir con tu vestido.

—Intenta levantar tu maniquí, Adriana —se rió Fleur.

Adriana había colocado su maniquí justo al lado del de Fleur, pero notó que se había desplazado de su lugar y se había ajustado un poco más allá en el siguiente hueco disponible. —¿Cuándo se movió? —preguntó Adriana totalmente desconcertada.

—Tal vez cuando estábamos hablando —respondió Fleur con un encogimiento de hombros.

—Pero no lo vi moverse —dijo Adriana con los ojos muy abiertos. Fue al maniquí e intentó levantarlo, pero por más que lo intentaba, no podía moverlo de su lugar.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no puedo moverlo? —preguntó mientras se rascaba la cabeza.