Mi esposa odia a Keisha

Lo bajó por su cuerpo y la sostuvo de la cintura, acercando su rostro al suyo. —¿Me estás poniendo a prueba? —preguntó. Tomó sus labios e intentó profundizar en su boca, pero ella se alejó. —Adri, deja de resistirte —la bajó al suelo y la abrazó fuertemente. —Sabes cómo me siento cuando haces eso...

Ella podía sentir el tirón en su corazón, su angustia y su dolor. Se maldijo a sí misma por sentir su alma. Se inclinó y succionó sobre su marca, sabiendo muy bien que eso era algo a lo que ella nunca podría resistirse. —¡Ah! —gimió ella.

La empujó al suelo y una vez más se montó sobre ella. Se quitó la camisa y se inclinó para besar sus labios. Los dejó y bajó más para succionar sus pechos, haciéndola jadear. Sí, ella lo deseaba, pero no a costa de su orgullo.