Adriana se rió de la manera en que Céfiro le contó sobre sus planes. Sabía que no podía ir y hablar de ello con nadie, porque entonces pensarían que se había vuelto loca o que estaba imaginando cosas. Toda esta interacción estaba teniendo lugar en sus mentes. Tenía que admitir que él era realmente inteligente.
—Ahora mismo no puedo decidir si iré primero yo o tú. Tienes que darme tiempo para pensarlo —respondió mientras caminaba más adentro en esa nada.
—Está bien, ¿pero cuándo?
—Tal vez después de que termine la tercera etapa de la competencia —dijo ella.
Céfiro exhaló audiblemente y dijo, —Mira Adriana, somos primos. La inteligencia corre por nuestra sangre. Nuestro bisabuelo fue Gregorio y te sorprendería saber un hecho oculto. Un hecho que define a los brujos y lo que pueden llegar a ser si caen en la avaricia. Ese hecho es un secreto que solo Isidorus conoce y él te ha estado utilizando.
—¿Utilizándome? ¿De qué manera? —Adriana estaba sorprendida.