En el borde del acantilado, aparte de Li Hao y su grupo, había muchos otros que se demoraban, mirando a su alrededor de vez en cuando.
Claramente, una caída desde el acantilado significaría la muerte segura, tal riesgo hizo que muchas personas dudaran.
Y en las cadenas de hierro, en este momento, había siete u ocho figuras, cada una mostrando sus habilidades divinas y avanzando con precaución.
Algunos estaban compuestos, caminando sobre las cadenas de hierro. Las cadenas que se balanceaban eran como olas del océano, pero no parecían afectarlos en lo más mínimo, ya que sus pies se pegaban firmemente como si estuvieran pegados.
Otros tenían los brazos extendidos, luchando por mantener el equilibrio, caminando despacio y con tentativas.
También estaban quienes elegían un método menos elegante pero extremadamente estable, que consistía en abrazar la cadena y avanzar poco a poco...