Lu Yan tampoco esperaba ver tal escena al abrir la puerta.
Una mujer en pijamas frescos apareció frente a él. Su cabello negro como seda estaba recogido alto, y su rostro ovalado estaba bien definido. Sus ojos rojos eran ágiles y vivaces, revelando un aura seductora.
Sus redondos y húmedos labios rojos parecían tentarlo a darle un mordisco. Debajo de su sexy y encantadora clavícula había una zona redonda y blanca como la nieve. La profunda grieta en el medio revelaba una madurez y encanto sin fin.
Debajo de su delgada cintura estaban sus redondeadas nalgas, causando un enorme impacto visual.
El pijama en su cuerpo apenas podía cubrir su orgullosa figura. Cada movimiento que hacía revelaba un encanto sin fin.
Además, la cola negra detrás de ella se balanceaba ligeramente, mostrando una cola en forma de corazón, haciendo que la garganta de Lu Yan temblara involuntariamente.
—¡Aiya, mamá, ¿por qué estás tan expuesta? —exclamó Li Mei'er al ver el atuendo de su madre.