—Pero, ¡señora! Si se difunde el video de vigilancia, entonces el resto sabrá que he mentido —rogó He Yan.
—Bien, tú no has dicho nada delante de Jian Yuncheng ni los demás. Solo le has dicho a Jian Yunnao que Jian Yiling lo empujó por las escaleras —respondió la Tía Mo con tranquilidad.
Cuando la situación se puso tensa, He Yan solo se preocupaba por ella misma. No le importaba si sacrificaban a la Tía Mo. Además, no había mucho que pudiera hacer al respecto.
—Pero, si el Joven Maestro Yunnao escucha la verdad, ¡les contará a los demás! —exclamó desesperada.
—Bien, depende de él. Puede elegir creerte o no. Además, si te pregunta, puedes encontrar una excusa. Ve y busca una solución tú misma. No te di dinero sin razón. Y además, ¿no puedes hacer que tu hermosa hija vaya y encante a Yunnao? ¿No dijiste que estaba loco por ella? Si no puedes encontrar la manera de salvarte, haz que tu hija te ayude —dijo la Tía Mo con un tono frío y calculador.