Y así, Jian Yumin y Jian Yujie centraron su atención en Yu Xi. Comenzaron a interrogarlo rigurosamente:
—Yu Xi, ¿qué está pasando? ¿Alguien está siendo desvergonzado y actuando inmoralmente? —preguntó Jian Yujie. Tenía una mirada asesina y feroz en sus ojos.
—¡Sí! Yu Xi, más te vale que nos digas la verdad —amenazó Jian Yumin. Tenía la mano cerrada en un puño.
Los dos hermanos acorralaron a Yu Xi por ambos lados. Era como si fueran a golpearlo si no decía la verdad.
—¡No! ¡No es así! ¡Yiling tomó la iniciativa! —explicó Yu Xi apresuradamente.
—¿Qué estás diciendo?! ¿Qué tontería es esa? —gritó Jian Yumin mientras le hacía una llave de cabeza a Yu Xi. Siguió mirándolo con ojos fieros.
—Es la verdad... Yiling hizo que el Maestro Sheng se quitara la ropa...
¡Los Cielos podrían probar que lo que decía era la verdad! ¡Era la verdad absoluta!
—¡De ninguna manera! ¡Yiling no se interesaría en ver su cuerpo! —dijo Jian Yujie con un tono firme.