Tenía que recuperarse lo antes posible. Su hermana creía en él.
—No necesitas estresarte por esto. Lo entiendo —dijo Jian Yiling.
—Está bien, el hermano te escuchará —la preocupación en el corazón de Jian Yunmo finalmente se liberó.
—Eso es bueno. Eres un buen paciente que escucha.
Con eso, Jian Yiling sacó un pequeño broche decorativo de la caja de hierro y lo prendió en la manga de Jian Yunmo.
Cuando Jian Yiling tenía cinco años, le gustaba poner broches decorativos a los miembros de su familia. Los broches eran una señal de su reconocimiento. Eran recompensas para los miembros de su familia que la acompañaban. Recibir un broche de su pequeña era un honor.
Jian Yunmo miró el broche en su manga. No era consistente con su edad. Sin embargo, una sonrisa de alegría y satisfacción surgió en su rostro. Era como si hubiera ganado un premio en el mundo de la ciencia.
Este era el reconocimiento de su hermana.
Después de un rato, Jian Yunmo dijo suavemente a Jian Yiling: