38 Me caso en una semana

Observé asombrada mientras Kral se acercaba hacia mí. Caminaba firme y con gracia. Su ropa enmarcaba su fuerte cuerpo, y su cabello negro caía en su frente ocultando sus penetrantes ojos dorados. Se acercó a mí paso a paso, tal como me había recogido en una cena hacía mucho tiempo.

—¿Te gusta la sorpresa? —Finalmente se plantó frente a mí y me entregó un ramo de flores.

Miré su rostro. La luna llena iluminaba el lado de su cara, y su alta nariz y afilados labios finos eran extrañamente suaves. Los fuegos artificiales se reflejaban en sus ojos dorados, y el olor de las rosas flotaba a nuestro alrededor como una niebla. Todo parecía ocurrir en un sueño.

—Su Alteza... —mis ojos se agrandaron. Mi corazón está repleto. Su sorpresa y la mirada de todos me dejaron sin palabras. Agarré la flor en mi mano. El delicado tallo fue presionado hasta sacar el jugo y teñir mis dedos de rojo.