49 El Lobo de Hueso

No pensé que me intimidarían sus amenazas. Pero al siguiente segundo, su rostro cambió. Se lanzó hacia mí, su cola roja volando por el aire, y caí al suelo.

—¿Qué estás haciendo? —exclamé.

Catherine no me respondió, pero supe la respuesta de inmediato.

Tan pronto como caí al suelo, vi un objeto blanco pasar rápidamente sobre mi cuerpo. Su pelaje estaba pudriéndose y sus extremidades carecían de carne, solo huesos. Sobre su delgada cabeza, dos llamas verdes flotaban en las profundas cuencas de sus ojos. En su boca, ligeramente abierta, sus colmillos eran gruesos. Me quedé atónito por un momento, pero al mirar de cerca, me di cuenta de que parecía ser... ¿un lobo?

El Lobo de Hueso emitió un aullido estridente y giró para mirarnos a Catherine y a mí, inclinando la cabeza como para evaluar nuestra fuerza.

Catherine me lanzó al suelo, con los ojos abiertos de horror, y el único pensamiento que cruzó mi mente fue: "¿Por qué hay lobos aquí y qué es el Lobo de Hueso?"