—¿Qué? —estrechó los ojos y un atisbo de precaución brilló en su mirada.
—Sonreí y me enfrenté a la multitud, sin afectarme por sus miradas. —Anciano Guillermo, o quizás debería seguir dirigiéndome a ti como mi maestro. ¿Recuerdas enseñarme sobre el significado de la lealtad a la familia real?
—Por supuesto —respondió.
—Puedo jurar por la Diosa Luna que he dedicado mi amor y lealtad a mi compañero, Su Alteza Real, Príncipe Heredero Kral —declaré.
Levantándome de mi asiento, ignoré las expresiones de los que me rodeaban y miré a los ancianos con una sonrisa cómplice. Las acciones previas de Catherine habían dejado claro que alguien ya conocía mi secreto.
Pero la insistencia de Kral y la muerte de Bernice hicieron imposible que ellos procedieran con sus planes, así que tuvieron que posponer nuestra boda mediante el juicio de la reina.