—Oye, Anna, hoy es tu gran día —una chica desconocida se paró detrás de mí. Llevaba dos hermosas trenzas. Dando palmaditas en mi hombro alegremente, y cuando giré mi cabeza, la vi sosteniendo un pequeño espejo, sonriéndome.
En el espejo, vi un rostro, o mejor dicho, no era mi rostro, era el rostro de Anna. Anna era una chica linda y vivaz con ojos redondos. No conocía a esta chica llamada Anna, pero durante varios días, he estado soñando con ella todas las noches.
Es como si fuera un alma que reside en su cuerpo, capaz solo de observar cada uno de sus movimientos sin poder influir en sus acciones.
—Eres tan molesto, Dale —Anna le dirigió a su amiga una mirada severa.
—No seas tímida, Anna. Eres la chica más hermosa de nuestra manada —la chica de las trenzas levantó el espejo en su mano, acercándolo al rostro de Anna.
Ella señaló a Anna en el espejo y dijo:
—Mira, tus ojos son tan hermosos. Tu lobo también es hermoso, con un pelaje tan suave como las nubes.