Punto de Vista de Vivian
Alen y yo manteníamos una distancia, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, mientras regresábamos al campamento, él caminando adelante y yo siguiendo detrás.
Cuando llegamos a mi carruaje, Alen se quedó de pie al lado, esperando a que lo alcanzara. Cuando me acerqué, soltó una observación fría:
—Vivian, ya estamos aquí. Entra y duerme un poco.
Después de esas palabras, Alen ni siquiera me deseó buenas noches. Simplemente se giró y se alejó.
Observando su figura que se alejaba, mis emociones, que apenas comenzaban a calmarse, se sumergieron una vez más en un torbellino de confusión.
—Suspiro…
Solté un largo suspiro, intentando liberar la frustración acumulada. Sin embargo, a pesar de varios suspiros, la incomodidad aún persistía. Sacudí la cabeza levemente, obligándome a dejar de pensar en el asunto.
Subí al carruaje, abrí la puerta y me deslicé adentro. Después de cerrar la puerta, me quité el abrigo y lo coloqué al lado de la cama.