Punto de vista de Selene
De regreso en el dormitorio, corrí al armario, tomé un conjunto de ropa limpia y estaba lista para salir corriendo.
—¿A dónde vas? —Él agarró mi brazo.
—Yo... voy a ducharme —tartamudeé.
—Tengo mi propio baño —entonces él me cargó sobre su hombro.
Mi criada se alejó de nosotros.
Estaba enojada y avergonzada, pero no me atrevía a gritar, así que lo dejé llevarme al próximo baño.
Al entrar al baño, el calor desdibujó mi visión. Vi las figuras de varias criadas balanceándose ante mí.
—Fuera todas ustedes, y nadie puede entrar sin mi permiso —dijo Beowulf a la criada.
—Sí, Su Alteza —las criadas abandonaron el lugar.
—Déjame en el suelo —dije enfadada.
Él me llevó al baño y me dejó sobre una alfombra suave.
Me levanté rápidamente y crucé los brazos en una postura defensiva.
Él se rió. —No tengas miedo. Solo báñate. No haré nada más.
No le creí y aún lo miraba con cautela.
Él ignoró mi reacción y comenzó a desnudarse justo frente a mí.