Punto de vista de Selene
Todo el palacio estaba en desorden. Llamaron a todos los doctores, y las criadas entraban y salían como hormigas en una sartén caliente. Todos se apresuraban a hacer algo, pero no sabían hacia dónde ir, porque la única anfitriona seguía acostada en la cama, inconsciente.
—Mantengan la calma. Están todos entrenados. Sigan las reglas. —La voz de la abuela de Nuri se elevó en la noche, suprimiendo el pánico. Tomó la mano de una criada y bajó del carruaje. Miró a las criadas y a los médicos, y todos a los que miró bajaron la cabeza.
—No necesitamos tantos doctores. Los que no sean buenos para el parto pueden irse a casa.
Cuando terminó, algunos de los médicos, después de un momento de vacilación, se adelantaron, saludaron y se apresuraron a irse.